Viajando tiempo atrás, nuestra niñez cofrade ha sido inculcada por nuestros mayores, y aunque mas de uno hemos abrillantado con gasolina algún varal de nuestra ermandad, nuestros inicios siempre se han visto reflejados en las tradicionales cajas de zapatos con pasos de misterio en miniatura o en el típico palé para realizar un paso a medida, para sacarlo por el barrio con una cruz que portaba la tela que nuestra madre nos regalaba. Volviendo al presente, muchas de nuestras Hermandades y Cofradías retoman ese inicio, esos buenos recuerdos de la niñez en el que pasado el Domingo de Resurrección ya se hablaba en los pasillos del colegio ir al polígono industrial más cercano para pedir madera para el paso. Las tardes después del almuerzo, muchos de los niños cargados de herramientas; martillo, lija, clavos y sobre todo ilusión del día esperado en el que esa cruz bendita saliera en procesión por la calles y aceras que nos habían visto crecer. Es curioso saber, que incluso en aquella época la competencia existía, por que los otros niños de la calle paralela sacaban otra cruz y la rivalidad y enfrentamientos eran continuos, y todo por el hacer popular de engalanar al máximo cada paso. Al final, el verano nos envolvía con sus playas y piscinas y nos olvidamos de tales eventos; entrado el pleno Septiembre, los besamanos y besapies volvían hacerse eco del olor a incienso para disfrutar de una nueva Semana Santa y que a la vez nos llevaría a retomar nuestra incansable Cruz de Mayo.
Moises Viretti
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Foto de Israel Viretti